jueves, 18 de noviembre de 2010

Prologo

Me levante de aquella cama fría mire hacia todos lados, al hacer aquel esfuerzo sentí punzadas en la cabeza pero no lograba reconocer aquel lugar, era un cuarto totalmente blanco y frio, ¿en dónde estoy? ¿Qué hago aquí? Eran las preguntas que rebotaban en mi cabeza como si fueran pelotas en mi cabeza hasta que oí como la puerta se abría, era un hombre alto, de tez blanca, muy guapo y cargaba una bata blanca. Me miro por unos segundos y comenzó a escribir en su tabla de apoyo.

-Señorita Diesel – dijo con un tono de voz serio y mirándome, segundos después se volvió a hundir en su tabla, yo solo asentí con la cabeza
-mañana temprano te podrás ir – dijo dedicándome una enorme sonrisa
-gracias – fue lo único que pude decir
-toma esta receta, tienes que seguirla al pie de la letra y te han dejado esto – dijo sacando de su bata un sobre en blanco
-muchas gracias doctor – le dije devolviéndole la sonrisa y tomando el sobre

El doctor salió de la habitación y en ese mismo instante abrí rápidamente aquel sobre en blanco


Amber:

Si me odias lo entenderé, estas en todo tu derecho. Me eh comportado como un verdadero idiota, ni yo mismo soy capaz de creer la atrocidad que te hice y me siento mal conmigo mismo porque te prometí que te cuidaría siempre y no lo eh hecho. Sabes? Todas las noches regreso a aquella habitación a la misma hora pensando que entraras por la puerta con tu enorme sonrisa, con los brazos abiertos y poder darte un beso en el cual nuestros labios se fundan y nos conviertan en uno solo. Prefiero que me des miles de golpes a que me odies, jamás podre perdonarme lo que te hice, por mi culpa estas como estas y solo quiero que me hagas un último favor… perdóname y no me olvides nunca. Tengo la esperanza de que un día vuelva a estar entre tus brazos.

Bill


En ese momento lo único que paso por mi mente fue aquel momento en que lo vi por primera vez y algunas lágrimas recorrieron mis mejillas.

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